domingo, 28 de agosto de 2016

Ella vs Yo

Ella es complicada. A veces tiene tantas paranoias que es casi imposible no odiarla. No se gusta porque no es perfecta. Y sí, no lo es, ¿pero quién lo es? 
Se queja constantemente de sus defectos, es temperamental, pasional y a veces muy cerebral. Insegura como una niña que necesita que la protejan, pero con la seguridad en sí misma de alguien independiente y autosuficiente, tanto, que sientes que no te necesita para nada, un total contrasentido. Es la persona más sensible y dulce que conozco, aunque a veces se esconde tras una coraza de sarcasmo y puede llegar a ser muy borde, pero en el fondo no lo es y se le pasa en cuanto lo ha soltado todo. Le duele, siente mucho dolor a veces, pero sus formas no te dejaran que lo veas.
Dice odiar el romanticismo y luego se pierde en un poema, en la letra de una canción o en un mensaje inesperado.
Puedes hacerla feliz con cosas simples y cotidianas, solo tienes que tomarte tiempo para aprendértela y verás que no es tan difícil contentarla. 
Se encariña fácilmente y da, a veces de un modo imperceptible pero da.  El corazón lo entrega sin medida pero solo a aquellos a los que ama de verdad. Y cuando lo hace, ama tanto y tan intensamente que no sabe amar a medias y lo entrega todo. Y se queda, incluso cuando no haya nada más por lo que luchar, ella se queda hasta el final, aún a costa de perderse a si misma en alguna ocasión. 
Pero eso pasa en muy pocas ocasiones. Ella es dura. A ella no le afecta nada. O eso le gusta aparentar. No demuestra sus debilidades reales a casi nadie. Tiene algunas superficiales, las que le dan igual que tú sepas, pero hasta que no la llegues a conocer bien, no te darás cuenta de las heridas profundas. Yo tardé mucho en descubrirlas y eso que soy yo misma. 
A ella le gusta ponerte a prueba. A veces te das cuenta y otras no. No lo hace porque sea retorcida. Todo lo contrario, a veces es demasiado transparente, su cara es un libro abierto. Lo hace porque quiere saber hasta dónde estás dispuesto a llegar por ella. Necesita saberlo para ver si merece la pena enseñarte su yo verdadero, el expuesto y desnudo, al que le pueden hacer sufrir de verdad. Tiene miedo a mostrar su vulnerabilidad, la han lastimado antes y como no lo demuestra ese dolor le asusta.
Así que sabiendo esto, ya habrás deducido que te podría convencer completamente para que la odies, o para que la ames como a ninguna otra. Nunca te dejará indiferente. Esa es su habilidad y su perdición.

Esta es una descripción libre de la persona que mejor me conoce a día de hoy. 
Fdo. 
YO, YO MISMA.







martes, 23 de agosto de 2016

Yo también huiría



No, si yo no los culpo.
Seguramente a mí también me asustaría una mujer que lo mismo le gusta Yo-yo Ma, que The Killers, que Manuel Carrasco y que disfruta de las cosas poco convencionales de la vida. Que le apasionen los libros, les guste la trova, el sexo- así como dice Sabina- sin boda, amar, besar, los juegos sin reglas, las heridas con limón y sal. Que conozca el sabor umami, que te enseñe a disfrutar de algunas películas que tú solo no habrías visto nunca y que te gane jugando a videojuegos.
Me asustaría una mujer que sienta en la piel el 20 de Neruda, que sea tan directa que duela, y con un alma tan ruidosa que aún en su ausencia su presencia se sienta.
Saldría corriendo si la admirases tanto como ella a ti y que tenga tanto para enseñarte como tú ella, porque normalmente son mujeres llenas de sabiduría pero con voracidad de seguir aprendiendo.
Que le guste los placeres, todos los placeres y que le fascine que estos acaben con ella. Que sigan comentiendo errores pero con la capacidad de reconocerlos y en la medida que puedan repararlos.
No los culpo, en serio. Yo tambié huiría de una mujer independiente, sin miedo a decir lo que siente y que le importe muy poco ser la primera en llamar después de la cita, la que pague la cuenta si van a cenar o la que lleve el condón por si se tercia. Cualquiera se espanta de una mujer tan infierno, tan libre, tan segura, de esas que describió Garrido, de las que te pueden hacer tocar el cielo desde tu infierno, de aquellas que llegan en silencio y dejan a su paso una tempestad, de las que aunque ya no estén, nunca se van. No los culpo, hasta yo escaparía, si no supiera que con una mujer así es donde mas cerca se está de la libertad porque son mujeres que no necesitan héroes, sólo alguien con quien compartir.



viernes, 19 de agosto de 2016

El cuento que trataba sobre segundas oportunidades










Esta es la breve historia de dos personas que se encontraron no se sabe porqué, en un momento de sus vidas muy concretos, en un lugar equivocado.
Estas dos personas descubrieron enseguida estar hechas la una para la otra, tras horas de conversaciones a lo largo de los días y las noches se dieron cuenta que eran lo que siempre habían esperado encontrar en otra persona. Se entendían, se admiraban, se reían, se comunicaban con toda la fluidez que da el hablar con alguien que piensa y siente como tú mismo. Hablaban sobre los mismos temas, coincidían en muchos gustos por cosas, compartían e intercambiaban música, películas, poemas, anhelos, proyectos... Tenían la misma pasión por la gastronomía y otros muchos temas de lo más diverso,  los dos tenían mucho que aportar al otro. Eran complementarios en algunas cosas, afines en otras. Llegaron al punto de no poder respirar si pasaba mucho tiempo sin saber el uno del otro, siendo como eran dos personas independientes y acostumbrados a no dar demasiadas explicaciones...tenían pasión, adoración y complicidad máxima.

De los defectos de uno y de otro no llegaron a percatarse porque todo acabó bruscamente a los 30 días de conocerse. El motivo fue una mentira de ella hacia él. Y ahí acabó todo. Ella reconoció su error y él le pidió tiempo.

Durante dos meses, ella intentó por todos los medios que él le permitió y en todos los tonos que existen conseguir que le diera la posibilidad de explicarse, una conversación donde poder hablar sobre esa mentira y el porqué. En cuanto a él, se hizo silencio y no le dio jamás la más mínima posibilidad de réplica Así que ella siempre sería el lobo del cuento porque él solo se quedó con la versión de Caperucita.

Y durante todo el tiempo siguiente mientras con ella era silencio, él decidió quedarse con la mentira mientras buscaba en otras, todas las verdades que lo enamoró de ella, pero no encontraba a ninguna que reuniera todas esas verdades. Ella dejó de intentarlo y se juró a sí misma que siempre daría una segunda oportunidad y la posibilidad de explicarse a todo el mundo que se lo pidiera, porque a ella se lo habían negado y aprendió lo mucho que puede llegar a doler. Y así acaba esta breve historia.

Él, creo que sigue buscando a alguien que tenga todas las verdades que encontró una vez y se mantuvo cerrado a ella, sin tener en cuenta que a lo mejor algún día, a lo largo de su vida y en cualquier aspecto de la misma, él también necesitaría un segunda oportunidad y a lo peor se la niegan como hizo él.

Moraleja: Nunca niegues una segunda oportunidad a nadie porque no sabes cuando la vas a necesitar tú. Seguro que la pareja de la fotografía que ilustra el post se dieron muchas segundas oportunidades.

Y este relato-cuento no puede ir acompañado más que por Frank, él siempre será banda sonora de cualquier historia de amor.




(*) Esta historia es una ficción, cualquier parecido con la realidad es pura casualidad.



miércoles, 17 de agosto de 2016

Casi nada






En este momento de mi vida no quiero casi nada. Tan solo la comprensión de mi familia y la complicidad de mis amigos.
Ver a mis sobrinos sanos y felices. Hacer un repaso del día y tener siempre algún motivo que me provoque una sonrisa antes de irme a la cama.
El recuerdo dulce y nostálgico de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo donde ver la luna cuando esté llena para poder charlar con ella de nuestras cosas. Tener cerca el mar.
Haber leído al menos una frase digna de recordar y haber escuchado alguna canción que me emocione. Quiero que mi perro diego siga hablándome con esos ojos de lealtad infinita.
También quiero, eso sí, tener la libertad de  cometer errores y aciertos por los que pago con gusto el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para llevar el dolor y toda la alegría para compensarlo. Quiero un instante de belleza al día como mínimo, echar desesperadamente de menos a los que no están porque tuve la suerte de haberlos tenido conmigo. No estar jamás de vuelta de nada y no dejar de aprender cosas nuevas. Llorar cuando algo lo merezca, tanto si es de pena, de dolor o de risa. Sorprenderme o que me sorprendan, al menos una vez al día. Quiero despertar cada mañana con un motivo para levantarme, aunque haya días que ese motivo solo sea yo. No quiero estar preparada para los adioses, ni para los holas que la vida te da, quiero que me coja desprevenida porque no me gusta lo previsible. Quiero que la gente deje de intentar encasillarme o clasificarme y que me sigan poniendo la etiqueta de "rara" porque no se les ocurre otra donde encaje. Quiero seguir creyendo que algún día llegará Él con el tiempo suficiente para aprenderme y vea que no soy tan complicada, solo que necesito más tiempo para enseñarme como soy. Pero que venga ya porque no tengo pinta de ir a mejor. Mientras tanto no me supone ningún problema estar como estoy, siempre he estado bien sola, nadie me conoce mejor que yo.
Realmente en este momento de mi vida no quiero casi nada...o quizá lo quiera casi todo.






sábado, 6 de agosto de 2016

Abriendo los ojos


Soy de esas personas a las que les gusta un día lluvioso en verano, una noche fría, un helado enorme después de una abundante cena, un (ese) mensaje de"Buenos días”, una sonrisa de vuelta, un atardecer o miles, un beso de mi sobrino de esos que no acaban nunca, reír con la familia y/o amigos recordando momentos vergonzosos, tener el lado frío de la almohada, una buena charla de madrugada, comer el último pedazo de pizza, volver a ver a alguien con quien tuviste una aventura del tipo que sea, coger la mano de alguien especial, una batalla de miradas, soñar con mis padres, con los dos o con alguno de ellos. Hablar con esa vecina mayor que vive sola y siempre tiene tanto que contar, despertar y saber que puedes seguir durmiendo, escuchar una canción que me gusta una y otra vez durante horas o días como si fuese la única canción de la historia. Releer uno de mis libros favoritos cada cierto tiempo, oír la carcajada de alguien que le he provocado yo, observar las luces de la ciudad de noche, silbar mientras estoy concentrada en algo, ver la cara de mi perro cuando quiere decirme algo pero no le salen las palabras, mirar la luna llena sin poder dejar de hacerlo como si fuese la última vez que la veré, descubrir que la vida siempre te da opciones si no consigues lo que quieres, poder dar las gracias todos los días por algo o por mucho...sí, soy de esas que ven vida en todas partes y decide vivirla, de esas he sido siempre y de esas seré....pero ahora no.
Hace tiempo, abrí (o me abrieron) los ojos y me di cuenta de que pocas opiniones en realidad me importan, y de que después de años de historias he vivido tantas cosas, que no es que tenga nada que ocultar, ni tampoco es que venga de vuelta de todo, es que voy a mostrar de mí lo que yo quiera a quien yo quiera. Y sí, sigo teniendo miedos y sé que en el camino he dejado algún que otro cadáver pero también encontré quien me hace ser mejor persona, esas son las que quiero a mi lado.
Ojalá hoy cambie un poquito la suerte, se retuerza el destino, lo improbable sea probable y un no, por fin sea que si.
Y si de nuevo no toca, no pasa nada....seguiré en mi zona de confort con los ojos bien abiertos hasta que algo o alguien que merezca la pena me haga salir, quizás yo misma.