lunes, 9 de enero de 2017

¡Soy felíz!




Soy feliz. Soy feliz y lo sé. Y lo sé porque soy consciente de serlo, porque cada vez me fijo menos en lo que no me gusta y disfruto más de lo que me gusta. También me pasa con las personas, cada vez me alegro más de lo bueno que les pasa y me fijo menos en lo que no me gustaba de ellas. Soy feliz y lo sé porque hoy, siendo el primer lunes de después de las vacaciones, de comer nada más que verduras y frutas, de hacer limpieza en casa y ordenar, de empezar la cuesta de enero...he bailado.
Todo el que me conoce sabe que yo soy más de cantar que de bailar, pero hoy he bailado y me lo he pasado genial.
Esta mañana me he levantado y he desayunado un par de rodajas de piña (depurativa y diurética), café y una mini tostada con aceite de oliva, he bajado a diego (mi perro como ya sabéis la mayoría) y cuando he vuelto he preparado los "avíos" de limpieza para ponerme a ello después de recoger los adornos de navidad, el nacimiento en su caja, el arbolito y las luces...enfin, un trabajo tedioso y aburrido.
Como siempre que me pongo a hacer trabajos tediosos o no, pongo música. Hoy he puesto a Zaz, una chica francesa que me da muy buen rollo escuchar. Pero no sé porque, ni como, de repente he soltado lo que estaba haciendo (creo que envolvía alguna figura del nacimiento) y me he puesto a bailar, pero a bailar como una descosida. Bailaba en el centro del salón, con los ojos cerrados y los brazos abiertos y cuanto más bailaba, más ganas tenía de bailar. Así han pasado tres o cuatro canciones, hasta que no pude más, entonces me tumbé en la cama boca arriba. Tenía las cortinas descorridas y el sol daba de pleno en la cama, cerré los ojos y entonces lo sentí. Sentí el calor del sol en la cara, pero también sentí un calorcito en el pecho, este calor era distinto, era de dentro hacia afuera. Sonreía sin poder dejar de hacerlo y entonces lo supe. Era felicidad.
Con los ojos cerrados, disfrutando del sol, siendo consciente de esas sensaciones, no podía más que dar gracias. Por todo, por el sol, por la música, por tener salud para poder bailar, por mi familia, por mis amigos, por diego que estaba a mi lado tumbado disfrutando (en modo perruno, claro) de ese momento también, por tener tanto amor para darles, por todo el amor que me dan, por la consciencia para poder disfrutar todo eso....por la vida.

Solo quería compartirlo, así que eso es todo...SOY FELIZ Y LO SÉ.


sábado, 1 de octubre de 2016

Tiempo de otoñear


Soy de las que piensan que las mejores cosas, momentos y personas, llegan por sí solos y cuando menos se planea.
Me encanta el verano con todo sus atractivos. Las pieles morenas, la sal en el aire, la luz potente del sol en pleno apogeo, los atardeceres a las diez de la noche, la música y el chill out, los surfistas y el sonido de las olas, los mojitos y las coquinas en el chiriguito, los amores intensos y eternos mientras dura el verano, las ciudades vacía...pero previsiblemente el verano se acaba y todos sus componentes con él, incluido esos amores tan intensos y tan eternamente efímero, como todo lo bello.
El final del verano siempre está impregnado de esa tristeza que nos invade cuando somos consciente de que se acaba, pero cuando de un día a otro me doy cuenta de que estamos en otoño, me vuelvo a sentir bien.
Empieza el cole y a mi edad eso significa momentos de cambios, de comienzos. Algunos imperceptibles y otros en alguna ocasión grandes como ciudades.
Después de unos meses dejándome llevar por la banalidad veraniega, ahora es momento de interiorizar, por eso he decidido dedicar este tiempo de otoño a mí misma, dedicar tiempo a cosas que me apasionan desde la soledad. Leer más, escribir más, ponerme música para mí, tardear con té caliente y velas, sonreírme más...ser más feliz por mí y para mí.
He decidido ponerme guapa para mí, arreglarme para mí y enamorarme de mí misma. He decidido depurarme de lo que, y de quién me hacen daño: malos hábitos, malas actitudes, malos pensamientos y personas nocivas.
He decidido dar en la misma cantidad el cariño y atención que me dan. No por orgullo, ni por vanidad, sino por amor propio, debo aprender a identificar cuando doy más de la cuenta y sobre todo a quién me doy.
He decidido dedicarme el otoño a mí, porque no hay nadie en este mundo que me pueda hacer más feliz que yo misma. Porque el verdadero amor comienza cuando yo me amo, y solo entonces puedo amar verdaderamente a los demás.
El hecho de que decida estar sola no significa que cierre las puertas de mi corazón, significa que estoy haciendo limpieza y preparándome para que cuando aparezca el amor lo pueda identificar con claridad.
Decidir u optar por la soledad no quiere decir que no tenga la madurez para tener una relación estable; significa que tengo madurez de sobra para saber que un amor de verdad no se busca, sino que ambas personas se encuentran en el momento indicado y entonces todo fluye.
No hay nada peor que las personas que temen a la soledad. Porque estar solo no es ser apático o antisocial, es aprender a conocerse a sí mismo, quererse y estar a gusto consigo. Nunca he entendido a quienes buscan personas para no estar solas, eso es no conocerse, no quererse y tener miedo a quedarse a solas con sus propios miedos, es no saber que la felicidad no está fuera, está dentro de ti y no te la puede proporcionar otra persona, solo tú misma.
Así que he decidido estar sola porque deseo sanar mis heridas, deseo rescatar mi esencia y construir mi propia felicidad para después compartirla con alguien que también se ame a sí mismo cuando está solo.
Quiero estar sola por decisión propia, porque pretender que otros te hagan olvidar a otras personas, llenen vacíos o te hagan feliz, es el camino más adecuado para terminar estando verdaderamente solos.
Yo cuando más sola me he sentido, he estado rodeada de gente...pero estaba perdida dentro de mí.
Por eso y porque insisto, soy de las que piensan que las mejores cosas, momentos y personas, llegan por sí solos y cuando menos se planea.
Y el otoño es un buen momento para que pasen...con música de otoño como esta joya para escuchar con los ojos cerrados.




jueves, 8 de septiembre de 2016

Cuestión de sentimientos



No busques luchar contra tus sentimientos, mejor haz que se queden. Sé que muchos de estos pueden doler hasta dejarte un vacío enorme en el pecho con un dolor irreversible, uno que recordaras siempre por el resto de tu vida. 

Tampoco intentes luchar contra ellos porque te aseguro que ganaran la partida, sobre todo si son demasiado fuertes. ¿Que es mas real el dolor insoportable o la felicidad duradera? Yo no lo sé. 

Los sentimientos nos hacen ser quienes somos. No somos ni más que nadie ni menos que nadie, somos diferentes según sean nuestros sentimientos y como los mostremos y eso nos hace especiales. Nos hacen ser personas con sueños, con aspiraciones en la vida, hacen que nos emocionemos con una película, una canción o que nos enamoremos de alguien como si todo fuese un cuento con final feliz, aunque muchas veces no lo tengan...hacen que todo tenga sentido. 

El secreto esta en las ganas, sí, en esas ganas que le pones a la vida, a las metas que te propongas conseguir, pero sobre todo sé que esas ganas son directamente proporcional a lo alto que apuntes en la vida y a los sentimientos que le pongas a esas ganas.

Si no arriesgas no ganas.

Con el paso de los años vas descubriendo que no todo son arco iris y unicornios, princesas y príncipes, hadas o brujas, malos o buenos. No, estoy cansada. Quiero cosas que valgan la pena, cosas simples y complicadas que me hagan luchar para conseguir mis propios objetivos, quiero un amor real, que dure lo que tenga que durar pero que mientras dure sea una locura y me aporte cordura a la vez. Una amistad que tenga un principio y que si tiene que ser eterna, lo sea y si no que se vaya, ya vendrá otra. Quiero vivir sin que me juzguen o me cuestionen constantemente. Me cansa tener que pensar que es lo que me agrada a mí y como le sentará a los demás. Intento no hacer daño a nadie y que mis decisiones solo me afecten a mí sin causar daños colaterales. 

Me quiero yo y con eso es suficiente, porque al fin y al cabo somos individuos y la vida te enseña a base de hostias que yo soy la única persona que siempre estaré conmigo. Fallaré y me caeré cientos de veces pero la verdad, no me importa caerme mil mas porque cada vez que me levanto soy más fuerte y cada vez sé caer de mejor manera para hacerme el menor daño posible.
Sé muy poco de todo, tengo mucho que aprender aún, pero si algo estoy aprendiendo es que mostrar los sentimientos vale la pena, vale la pena llorar por amor, por decepción, de alegría o de pena y desahogar al alma de tanta carga, luchar por las personas que le dan magia a nuestra vida, amar con el corazón y con el alma, formar parte de algo más grande de lo que jamas imaginaste, pero sobre todo, merece la pena arriesgarlo todo por lo que crees. Y yo creo en mí.


No intentes jamás apagar tus emociones porque luego encenderlas de nuevo te costarás mucho mas y te será mucho mas difícil que antes. Lo sé por experiencia.

Sentir duele, pero no sentir...no sentir, mata.




domingo, 28 de agosto de 2016

Ella vs Yo

Ella es complicada. A veces tiene tantas paranoias que es casi imposible no odiarla. No se gusta porque no es perfecta. Y sí, no lo es, ¿pero quién lo es? 
Se queja constantemente de sus defectos, es temperamental, pasional y a veces muy cerebral. Insegura como una niña que necesita que la protejan, pero con la seguridad en sí misma de alguien independiente y autosuficiente, tanto, que sientes que no te necesita para nada, un total contrasentido. Es la persona más sensible y dulce que conozco, aunque a veces se esconde tras una coraza de sarcasmo y puede llegar a ser muy borde, pero en el fondo no lo es y se le pasa en cuanto lo ha soltado todo. Le duele, siente mucho dolor a veces, pero sus formas no te dejaran que lo veas.
Dice odiar el romanticismo y luego se pierde en un poema, en la letra de una canción o en un mensaje inesperado.
Puedes hacerla feliz con cosas simples y cotidianas, solo tienes que tomarte tiempo para aprendértela y verás que no es tan difícil contentarla. 
Se encariña fácilmente y da, a veces de un modo imperceptible pero da.  El corazón lo entrega sin medida pero solo a aquellos a los que ama de verdad. Y cuando lo hace, ama tanto y tan intensamente que no sabe amar a medias y lo entrega todo. Y se queda, incluso cuando no haya nada más por lo que luchar, ella se queda hasta el final, aún a costa de perderse a si misma en alguna ocasión. 
Pero eso pasa en muy pocas ocasiones. Ella es dura. A ella no le afecta nada. O eso le gusta aparentar. No demuestra sus debilidades reales a casi nadie. Tiene algunas superficiales, las que le dan igual que tú sepas, pero hasta que no la llegues a conocer bien, no te darás cuenta de las heridas profundas. Yo tardé mucho en descubrirlas y eso que soy yo misma. 
A ella le gusta ponerte a prueba. A veces te das cuenta y otras no. No lo hace porque sea retorcida. Todo lo contrario, a veces es demasiado transparente, su cara es un libro abierto. Lo hace porque quiere saber hasta dónde estás dispuesto a llegar por ella. Necesita saberlo para ver si merece la pena enseñarte su yo verdadero, el expuesto y desnudo, al que le pueden hacer sufrir de verdad. Tiene miedo a mostrar su vulnerabilidad, la han lastimado antes y como no lo demuestra ese dolor le asusta.
Así que sabiendo esto, ya habrás deducido que te podría convencer completamente para que la odies, o para que la ames como a ninguna otra. Nunca te dejará indiferente. Esa es su habilidad y su perdición.

Esta es una descripción libre de la persona que mejor me conoce a día de hoy. 
Fdo. 
YO, YO MISMA.







martes, 23 de agosto de 2016

Yo también huiría



No, si yo no los culpo.
Seguramente a mí también me asustaría una mujer que lo mismo le gusta Yo-yo Ma, que The Killers, que Manuel Carrasco y que disfruta de las cosas poco convencionales de la vida. Que le apasionen los libros, les guste la trova, el sexo- así como dice Sabina- sin boda, amar, besar, los juegos sin reglas, las heridas con limón y sal. Que conozca el sabor umami, que te enseñe a disfrutar de algunas películas que tú solo no habrías visto nunca y que te gane jugando a videojuegos.
Me asustaría una mujer que sienta en la piel el 20 de Neruda, que sea tan directa que duela, y con un alma tan ruidosa que aún en su ausencia su presencia se sienta.
Saldría corriendo si la admirases tanto como ella a ti y que tenga tanto para enseñarte como tú ella, porque normalmente son mujeres llenas de sabiduría pero con voracidad de seguir aprendiendo.
Que le guste los placeres, todos los placeres y que le fascine que estos acaben con ella. Que sigan comentiendo errores pero con la capacidad de reconocerlos y en la medida que puedan repararlos.
No los culpo, en serio. Yo tambié huiría de una mujer independiente, sin miedo a decir lo que siente y que le importe muy poco ser la primera en llamar después de la cita, la que pague la cuenta si van a cenar o la que lleve el condón por si se tercia. Cualquiera se espanta de una mujer tan infierno, tan libre, tan segura, de esas que describió Garrido, de las que te pueden hacer tocar el cielo desde tu infierno, de aquellas que llegan en silencio y dejan a su paso una tempestad, de las que aunque ya no estén, nunca se van. No los culpo, hasta yo escaparía, si no supiera que con una mujer así es donde mas cerca se está de la libertad porque son mujeres que no necesitan héroes, sólo alguien con quien compartir.



viernes, 19 de agosto de 2016

El cuento que trataba sobre segundas oportunidades










Esta es la breve historia de dos personas que se encontraron no se sabe porqué, en un momento de sus vidas muy concretos, en un lugar equivocado.
Estas dos personas descubrieron enseguida estar hechas la una para la otra, tras horas de conversaciones a lo largo de los días y las noches se dieron cuenta que eran lo que siempre habían esperado encontrar en otra persona. Se entendían, se admiraban, se reían, se comunicaban con toda la fluidez que da el hablar con alguien que piensa y siente como tú mismo. Hablaban sobre los mismos temas, coincidían en muchos gustos por cosas, compartían e intercambiaban música, películas, poemas, anhelos, proyectos... Tenían la misma pasión por la gastronomía y otros muchos temas de lo más diverso,  los dos tenían mucho que aportar al otro. Eran complementarios en algunas cosas, afines en otras. Llegaron al punto de no poder respirar si pasaba mucho tiempo sin saber el uno del otro, siendo como eran dos personas independientes y acostumbrados a no dar demasiadas explicaciones...tenían pasión, adoración y complicidad máxima.

De los defectos de uno y de otro no llegaron a percatarse porque todo acabó bruscamente a los 30 días de conocerse. El motivo fue una mentira de ella hacia él. Y ahí acabó todo. Ella reconoció su error y él le pidió tiempo.

Durante dos meses, ella intentó por todos los medios que él le permitió y en todos los tonos que existen conseguir que le diera la posibilidad de explicarse, una conversación donde poder hablar sobre esa mentira y el porqué. En cuanto a él, se hizo silencio y no le dio jamás la más mínima posibilidad de réplica Así que ella siempre sería el lobo del cuento porque él solo se quedó con la versión de Caperucita.

Y durante todo el tiempo siguiente mientras con ella era silencio, él decidió quedarse con la mentira mientras buscaba en otras, todas las verdades que lo enamoró de ella, pero no encontraba a ninguna que reuniera todas esas verdades. Ella dejó de intentarlo y se juró a sí misma que siempre daría una segunda oportunidad y la posibilidad de explicarse a todo el mundo que se lo pidiera, porque a ella se lo habían negado y aprendió lo mucho que puede llegar a doler. Y así acaba esta breve historia.

Él, creo que sigue buscando a alguien que tenga todas las verdades que encontró una vez y se mantuvo cerrado a ella, sin tener en cuenta que a lo mejor algún día, a lo largo de su vida y en cualquier aspecto de la misma, él también necesitaría un segunda oportunidad y a lo peor se la niegan como hizo él.

Moraleja: Nunca niegues una segunda oportunidad a nadie porque no sabes cuando la vas a necesitar tú. Seguro que la pareja de la fotografía que ilustra el post se dieron muchas segundas oportunidades.

Y este relato-cuento no puede ir acompañado más que por Frank, él siempre será banda sonora de cualquier historia de amor.




(*) Esta historia es una ficción, cualquier parecido con la realidad es pura casualidad.



miércoles, 17 de agosto de 2016

Casi nada






En este momento de mi vida no quiero casi nada. Tan solo la comprensión de mi familia y la complicidad de mis amigos.
Ver a mis sobrinos sanos y felices. Hacer un repaso del día y tener siempre algún motivo que me provoque una sonrisa antes de irme a la cama.
El recuerdo dulce y nostálgico de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo donde ver la luna cuando esté llena para poder charlar con ella de nuestras cosas. Tener cerca el mar.
Haber leído al menos una frase digna de recordar y haber escuchado alguna canción que me emocione. Quiero que mi perro diego siga hablándome con esos ojos de lealtad infinita.
También quiero, eso sí, tener la libertad de  cometer errores y aciertos por los que pago con gusto el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para llevar el dolor y toda la alegría para compensarlo. Quiero un instante de belleza al día como mínimo, echar desesperadamente de menos a los que no están porque tuve la suerte de haberlos tenido conmigo. No estar jamás de vuelta de nada y no dejar de aprender cosas nuevas. Llorar cuando algo lo merezca, tanto si es de pena, de dolor o de risa. Sorprenderme o que me sorprendan, al menos una vez al día. Quiero despertar cada mañana con un motivo para levantarme, aunque haya días que ese motivo solo sea yo. No quiero estar preparada para los adioses, ni para los holas que la vida te da, quiero que me coja desprevenida porque no me gusta lo previsible. Quiero que la gente deje de intentar encasillarme o clasificarme y que me sigan poniendo la etiqueta de "rara" porque no se les ocurre otra donde encaje. Quiero seguir creyendo que algún día llegará Él con el tiempo suficiente para aprenderme y vea que no soy tan complicada, solo que necesito más tiempo para enseñarme como soy. Pero que venga ya porque no tengo pinta de ir a mejor. Mientras tanto no me supone ningún problema estar como estoy, siempre he estado bien sola, nadie me conoce mejor que yo.
Realmente en este momento de mi vida no quiero casi nada...o quizá lo quiera casi todo.