sábado, 1 de octubre de 2016

Tiempo de otoñear


Soy de las que piensan que las mejores cosas, momentos y personas, llegan por sí solos y cuando menos se planea.
Me encanta el verano con todo sus atractivos. Las pieles morenas, la sal en el aire, la luz potente del sol en pleno apogeo, los atardeceres a las diez de la noche, la música y el chill out, los surfistas y el sonido de las olas, los mojitos y las coquinas en el chiriguito, los amores intensos y eternos mientras dura el verano, las ciudades vacía...pero previsiblemente el verano se acaba y todos sus componentes con él, incluido esos amores tan intensos y tan eternamente efímero, como todo lo bello.
El final del verano siempre está impregnado de esa tristeza que nos invade cuando somos consciente de que se acaba, pero cuando de un día a otro me doy cuenta de que estamos en otoño, me vuelvo a sentir bien.
Empieza el cole y a mi edad eso significa momentos de cambios, de comienzos. Algunos imperceptibles y otros en alguna ocasión grandes como ciudades.
Después de unos meses dejándome llevar por la banalidad veraniega, ahora es momento de interiorizar, por eso he decidido dedicar este tiempo de otoño a mí misma, dedicar tiempo a cosas que me apasionan desde la soledad. Leer más, escribir más, ponerme música para mí, tardear con té caliente y velas, sonreírme más...ser más feliz por mí y para mí.
He decidido ponerme guapa para mí, arreglarme para mí y enamorarme de mí misma. He decidido depurarme de lo que, y de quién me hacen daño: malos hábitos, malas actitudes, malos pensamientos y personas nocivas.
He decidido dar en la misma cantidad el cariño y atención que me dan. No por orgullo, ni por vanidad, sino por amor propio, debo aprender a identificar cuando doy más de la cuenta y sobre todo a quién me doy.
He decidido dedicarme el otoño a mí, porque no hay nadie en este mundo que me pueda hacer más feliz que yo misma. Porque el verdadero amor comienza cuando yo me amo, y solo entonces puedo amar verdaderamente a los demás.
El hecho de que decida estar sola no significa que cierre las puertas de mi corazón, significa que estoy haciendo limpieza y preparándome para que cuando aparezca el amor lo pueda identificar con claridad.
Decidir u optar por la soledad no quiere decir que no tenga la madurez para tener una relación estable; significa que tengo madurez de sobra para saber que un amor de verdad no se busca, sino que ambas personas se encuentran en el momento indicado y entonces todo fluye.
No hay nada peor que las personas que temen a la soledad. Porque estar solo no es ser apático o antisocial, es aprender a conocerse a sí mismo, quererse y estar a gusto consigo. Nunca he entendido a quienes buscan personas para no estar solas, eso es no conocerse, no quererse y tener miedo a quedarse a solas con sus propios miedos, es no saber que la felicidad no está fuera, está dentro de ti y no te la puede proporcionar otra persona, solo tú misma.
Así que he decidido estar sola porque deseo sanar mis heridas, deseo rescatar mi esencia y construir mi propia felicidad para después compartirla con alguien que también se ame a sí mismo cuando está solo.
Quiero estar sola por decisión propia, porque pretender que otros te hagan olvidar a otras personas, llenen vacíos o te hagan feliz, es el camino más adecuado para terminar estando verdaderamente solos.
Yo cuando más sola me he sentido, he estado rodeada de gente...pero estaba perdida dentro de mí.
Por eso y porque insisto, soy de las que piensan que las mejores cosas, momentos y personas, llegan por sí solos y cuando menos se planea.
Y el otoño es un buen momento para que pasen...con música de otoño como esta joya para escuchar con los ojos cerrados.




jueves, 8 de septiembre de 2016

Cuestión de sentimientos



No busques luchar contra tus sentimientos, mejor haz que se queden. Sé que muchos de estos pueden doler hasta dejarte un vacío enorme en el pecho con un dolor irreversible, uno que recordaras siempre por el resto de tu vida. 

Tampoco intentes luchar contra ellos porque te aseguro que ganaran la partida, sobre todo si son demasiado fuertes. ¿Que es mas real el dolor insoportable o la felicidad duradera? Yo no lo sé. 

Los sentimientos nos hacen ser quienes somos. No somos ni más que nadie ni menos que nadie, somos diferentes según sean nuestros sentimientos y como los mostremos y eso nos hace especiales. Nos hacen ser personas con sueños, con aspiraciones en la vida, hacen que nos emocionemos con una película, una canción o que nos enamoremos de alguien como si todo fuese un cuento con final feliz, aunque muchas veces no lo tengan...hacen que todo tenga sentido. 

El secreto esta en las ganas, sí, en esas ganas que le pones a la vida, a las metas que te propongas conseguir, pero sobre todo sé que esas ganas son directamente proporcional a lo alto que apuntes en la vida y a los sentimientos que le pongas a esas ganas.

Si no arriesgas no ganas.

Con el paso de los años vas descubriendo que no todo son arco iris y unicornios, princesas y príncipes, hadas o brujas, malos o buenos. No, estoy cansada. Quiero cosas que valgan la pena, cosas simples y complicadas que me hagan luchar para conseguir mis propios objetivos, quiero un amor real, que dure lo que tenga que durar pero que mientras dure sea una locura y me aporte cordura a la vez. Una amistad que tenga un principio y que si tiene que ser eterna, lo sea y si no que se vaya, ya vendrá otra. Quiero vivir sin que me juzguen o me cuestionen constantemente. Me cansa tener que pensar que es lo que me agrada a mí y como le sentará a los demás. Intento no hacer daño a nadie y que mis decisiones solo me afecten a mí sin causar daños colaterales. 

Me quiero yo y con eso es suficiente, porque al fin y al cabo somos individuos y la vida te enseña a base de hostias que yo soy la única persona que siempre estaré conmigo. Fallaré y me caeré cientos de veces pero la verdad, no me importa caerme mil mas porque cada vez que me levanto soy más fuerte y cada vez sé caer de mejor manera para hacerme el menor daño posible.
Sé muy poco de todo, tengo mucho que aprender aún, pero si algo estoy aprendiendo es que mostrar los sentimientos vale la pena, vale la pena llorar por amor, por decepción, de alegría o de pena y desahogar al alma de tanta carga, luchar por las personas que le dan magia a nuestra vida, amar con el corazón y con el alma, formar parte de algo más grande de lo que jamas imaginaste, pero sobre todo, merece la pena arriesgarlo todo por lo que crees. Y yo creo en mí.


No intentes jamás apagar tus emociones porque luego encenderlas de nuevo te costarás mucho mas y te será mucho mas difícil que antes. Lo sé por experiencia.

Sentir duele, pero no sentir...no sentir, mata.




domingo, 28 de agosto de 2016

Ella vs Yo

Ella es complicada. A veces tiene tantas paranoias que es casi imposible no odiarla. No se gusta porque no es perfecta. Y sí, no lo es, ¿pero quién lo es? 
Se queja constantemente de sus defectos, es temperamental, pasional y a veces muy cerebral. Insegura como una niña que necesita que la protejan, pero con la seguridad en sí misma de alguien independiente y autosuficiente, tanto, que sientes que no te necesita para nada, un total contrasentido. Es la persona más sensible y dulce que conozco, aunque a veces se esconde tras una coraza de sarcasmo y puede llegar a ser muy borde, pero en el fondo no lo es y se le pasa en cuanto lo ha soltado todo. Le duele, siente mucho dolor a veces, pero sus formas no te dejaran que lo veas.
Dice odiar el romanticismo y luego se pierde en un poema, en la letra de una canción o en un mensaje inesperado.
Puedes hacerla feliz con cosas simples y cotidianas, solo tienes que tomarte tiempo para aprendértela y verás que no es tan difícil contentarla. 
Se encariña fácilmente y da, a veces de un modo imperceptible pero da.  El corazón lo entrega sin medida pero solo a aquellos a los que ama de verdad. Y cuando lo hace, ama tanto y tan intensamente que no sabe amar a medias y lo entrega todo. Y se queda, incluso cuando no haya nada más por lo que luchar, ella se queda hasta el final, aún a costa de perderse a si misma en alguna ocasión. 
Pero eso pasa en muy pocas ocasiones. Ella es dura. A ella no le afecta nada. O eso le gusta aparentar. No demuestra sus debilidades reales a casi nadie. Tiene algunas superficiales, las que le dan igual que tú sepas, pero hasta que no la llegues a conocer bien, no te darás cuenta de las heridas profundas. Yo tardé mucho en descubrirlas y eso que soy yo misma. 
A ella le gusta ponerte a prueba. A veces te das cuenta y otras no. No lo hace porque sea retorcida. Todo lo contrario, a veces es demasiado transparente, su cara es un libro abierto. Lo hace porque quiere saber hasta dónde estás dispuesto a llegar por ella. Necesita saberlo para ver si merece la pena enseñarte su yo verdadero, el expuesto y desnudo, al que le pueden hacer sufrir de verdad. Tiene miedo a mostrar su vulnerabilidad, la han lastimado antes y como no lo demuestra ese dolor le asusta.
Así que sabiendo esto, ya habrás deducido que te podría convencer completamente para que la odies, o para que la ames como a ninguna otra. Nunca te dejará indiferente. Esa es su habilidad y su perdición.

Esta es una descripción libre de la persona que mejor me conoce a día de hoy. 
Fdo. 
YO, YO MISMA.







martes, 23 de agosto de 2016

Yo también huiría



No, si yo no los culpo.
Seguramente a mí también me asustaría una mujer que lo mismo le gusta Yo-yo Ma, que The Killers, que Manuel Carrasco y que disfruta de las cosas poco convencionales de la vida. Que le apasionen los libros, les guste la trova, el sexo- así como dice Sabina- sin boda, amar, besar, los juegos sin reglas, las heridas con limón y sal. Que conozca el sabor umami, que te enseñe a disfrutar de algunas películas que tú solo no habrías visto nunca y que te gane jugando a videojuegos.
Me asustaría una mujer que sienta en la piel el 20 de Neruda, que sea tan directa que duela, y con un alma tan ruidosa que aún en su ausencia su presencia se sienta.
Saldría corriendo si la admirases tanto como ella a ti y que tenga tanto para enseñarte como tú ella, porque normalmente son mujeres llenas de sabiduría pero con voracidad de seguir aprendiendo.
Que le guste los placeres, todos los placeres y que le fascine que estos acaben con ella. Que sigan comentiendo errores pero con la capacidad de reconocerlos y en la medida que puedan repararlos.
No los culpo, en serio. Yo tambié huiría de una mujer independiente, sin miedo a decir lo que siente y que le importe muy poco ser la primera en llamar después de la cita, la que pague la cuenta si van a cenar o la que lleve el condón por si se tercia. Cualquiera se espanta de una mujer tan infierno, tan libre, tan segura, de esas que describió Garrido, de las que te pueden hacer tocar el cielo desde tu infierno, de aquellas que llegan en silencio y dejan a su paso una tempestad, de las que aunque ya no estén, nunca se van. No los culpo, hasta yo escaparía, si no supiera que con una mujer así es donde mas cerca se está de la libertad porque son mujeres que no necesitan héroes, sólo alguien con quien compartir.



viernes, 19 de agosto de 2016

El cuento que trataba sobre segundas oportunidades










Esta es la breve historia de dos personas que se encontraron no se sabe porqué, en un momento de sus vidas muy concretos, en un lugar equivocado.
Estas dos personas descubrieron enseguida estar hechas la una para la otra, tras horas de conversaciones a lo largo de los días y las noches se dieron cuenta que eran lo que siempre habían esperado encontrar en otra persona. Se entendían, se admiraban, se reían, se comunicaban con toda la fluidez que da el hablar con alguien que piensa y siente como tú mismo. Hablaban sobre los mismos temas, coincidían en muchos gustos por cosas, compartían e intercambiaban música, películas, poemas, anhelos, proyectos... Tenían la misma pasión por la gastronomía y otros muchos temas de lo más diverso,  los dos tenían mucho que aportar al otro. Eran complementarios en algunas cosas, afines en otras. Llegaron al punto de no poder respirar si pasaba mucho tiempo sin saber el uno del otro, siendo como eran dos personas independientes y acostumbrados a no dar demasiadas explicaciones...tenían pasión, adoración y complicidad máxima.

De los defectos de uno y de otro no llegaron a percatarse porque todo acabó bruscamente a los 30 días de conocerse. El motivo fue una mentira de ella hacia él. Y ahí acabó todo. Ella reconoció su error y él le pidió tiempo.

Durante dos meses, ella intentó por todos los medios que él le permitió y en todos los tonos que existen conseguir que le diera la posibilidad de explicarse, una conversación donde poder hablar sobre esa mentira y el porqué. En cuanto a él, se hizo silencio y no le dio jamás la más mínima posibilidad de réplica Así que ella siempre sería el lobo del cuento porque él solo se quedó con la versión de Caperucita.

Y durante todo el tiempo siguiente mientras con ella era silencio, él decidió quedarse con la mentira mientras buscaba en otras, todas las verdades que lo enamoró de ella, pero no encontraba a ninguna que reuniera todas esas verdades. Ella dejó de intentarlo y se juró a sí misma que siempre daría una segunda oportunidad y la posibilidad de explicarse a todo el mundo que se lo pidiera, porque a ella se lo habían negado y aprendió lo mucho que puede llegar a doler. Y así acaba esta breve historia.

Él, creo que sigue buscando a alguien que tenga todas las verdades que encontró una vez y se mantuvo cerrado a ella, sin tener en cuenta que a lo mejor algún día, a lo largo de su vida y en cualquier aspecto de la misma, él también necesitaría un segunda oportunidad y a lo peor se la niegan como hizo él.

Moraleja: Nunca niegues una segunda oportunidad a nadie porque no sabes cuando la vas a necesitar tú. Seguro que la pareja de la fotografía que ilustra el post se dieron muchas segundas oportunidades.

Y este relato-cuento no puede ir acompañado más que por Frank, él siempre será banda sonora de cualquier historia de amor.




(*) Esta historia es una ficción, cualquier parecido con la realidad es pura casualidad.



miércoles, 17 de agosto de 2016

Casi nada






En este momento de mi vida no quiero casi nada. Tan solo la comprensión de mi familia y la complicidad de mis amigos.
Ver a mis sobrinos sanos y felices. Hacer un repaso del día y tener siempre algún motivo que me provoque una sonrisa antes de irme a la cama.
El recuerdo dulce y nostálgico de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo donde ver la luna cuando esté llena para poder charlar con ella de nuestras cosas. Tener cerca el mar.
Haber leído al menos una frase digna de recordar y haber escuchado alguna canción que me emocione. Quiero que mi perro diego siga hablándome con esos ojos de lealtad infinita.
También quiero, eso sí, tener la libertad de  cometer errores y aciertos por los que pago con gusto el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para llevar el dolor y toda la alegría para compensarlo. Quiero un instante de belleza al día como mínimo, echar desesperadamente de menos a los que no están porque tuve la suerte de haberlos tenido conmigo. No estar jamás de vuelta de nada y no dejar de aprender cosas nuevas. Llorar cuando algo lo merezca, tanto si es de pena, de dolor o de risa. Sorprenderme o que me sorprendan, al menos una vez al día. Quiero despertar cada mañana con un motivo para levantarme, aunque haya días que ese motivo solo sea yo. No quiero estar preparada para los adioses, ni para los holas que la vida te da, quiero que me coja desprevenida porque no me gusta lo previsible. Quiero que la gente deje de intentar encasillarme o clasificarme y que me sigan poniendo la etiqueta de "rara" porque no se les ocurre otra donde encaje. Quiero seguir creyendo que algún día llegará Él con el tiempo suficiente para aprenderme y vea que no soy tan complicada, solo que necesito más tiempo para enseñarme como soy. Pero que venga ya porque no tengo pinta de ir a mejor. Mientras tanto no me supone ningún problema estar como estoy, siempre he estado bien sola, nadie me conoce mejor que yo.
Realmente en este momento de mi vida no quiero casi nada...o quizá lo quiera casi todo.






sábado, 6 de agosto de 2016

Abriendo los ojos


Soy de esas personas a las que les gusta un día lluvioso en verano, una noche fría, un helado enorme después de una abundante cena, un (ese) mensaje de"Buenos días”, una sonrisa de vuelta, un atardecer o miles, un beso de mi sobrino de esos que no acaban nunca, reír con la familia y/o amigos recordando momentos vergonzosos, tener el lado frío de la almohada, una buena charla de madrugada, comer el último pedazo de pizza, volver a ver a alguien con quien tuviste una aventura del tipo que sea, coger la mano de alguien especial, una batalla de miradas, soñar con mis padres, con los dos o con alguno de ellos. Hablar con esa vecina mayor que vive sola y siempre tiene tanto que contar, despertar y saber que puedes seguir durmiendo, escuchar una canción que me gusta una y otra vez durante horas o días como si fuese la única canción de la historia. Releer uno de mis libros favoritos cada cierto tiempo, oír la carcajada de alguien que le he provocado yo, observar las luces de la ciudad de noche, silbar mientras estoy concentrada en algo, ver la cara de mi perro cuando quiere decirme algo pero no le salen las palabras, mirar la luna llena sin poder dejar de hacerlo como si fuese la última vez que la veré, descubrir que la vida siempre te da opciones si no consigues lo que quieres, poder dar las gracias todos los días por algo o por mucho...sí, soy de esas que ven vida en todas partes y decide vivirla, de esas he sido siempre y de esas seré....pero ahora no.
Hace tiempo, abrí (o me abrieron) los ojos y me di cuenta de que pocas opiniones en realidad me importan, y de que después de años de historias he vivido tantas cosas, que no es que tenga nada que ocultar, ni tampoco es que venga de vuelta de todo, es que voy a mostrar de mí lo que yo quiera a quien yo quiera. Y sí, sigo teniendo miedos y sé que en el camino he dejado algún que otro cadáver pero también encontré quien me hace ser mejor persona, esas son las que quiero a mi lado.
Ojalá hoy cambie un poquito la suerte, se retuerza el destino, lo improbable sea probable y un no, por fin sea que si.
Y si de nuevo no toca, no pasa nada....seguiré en mi zona de confort con los ojos bien abiertos hasta que algo o alguien que merezca la pena me haga salir, quizás yo misma.



viernes, 29 de julio de 2016

Mi locura soy yo misma



Me acabo de beber media botella de vino y no me tomo la otra media porque entonces no podría escribir. Estoy en mi casa, viendo una película en el portátil de esas raras que la mayoría hubiérais quitado a los diez minutos, pero que a mi con el vino ya en el cerebro me está gustando y hasta la estoy entendiendo. Es una de esas pelis decadentes, melancólicas...rara. Quizás como yo y por eso me gusta.
Es en un estado como en el que estoy ahora mismo (un poco pedo) y un monologo de mi mejor amiga   esta tarde diciéndome todo lo que yo sé perfectamente, cuando me da una bofetada la realidad, mi realidad. Otra vez estoy en ese estado en el que la realidad no me gusta y me mudo a un mundo inventado que sí, que me evade pero que en realidad no me hace nada bien.
Necesito asumir y aceptar mi realidad pero soy de una forma de ser que cuando la realidad no me gusta me invento una paralela para evadirme de ella. Siempre he sido así, desde pequeña.
No es un estado de locura, es una forma de ser. Lo que pasa que hay veces que la controlo y lucho por mantener los pies en el suelo, pero hay otras (esta es la segunda vez) que pierdo el control y levito y no puedo bajar a la tierra.
Es parte de mi carácter no saber pedir ayuda en el momento, siempre (en las ocasiones que lo hago) cuento mis cosas una vez pasada. Me cuesta pedir ayuda, me cuesta mostrar mis debilidades, me cuesta mostrarme vulnerable. (mientras escribo esto y sin que sirva de precedente os diré que no puedo dejar de llorar).
No poder controlar las emociones, el estado anímico y el porqué de las cosas ha sido algo que me ha podido, la impotencia de no controlar mis emociones es algo que me puede y como he dicho antes es la segunda vez que me pasa. Superé la primera y desde ya os digo que superaré esta también. Pero desde niña he sido una persona muy lógica, si lo entiendo y sé el porqué lo asumo y lo asimilo, las cosas que no puedo controlar o comprender me desubíca.
Hace tiempo que me fui porque necesitaba poner distancia con todos vosotros y con esa parte de mí que no me gustaba y que me dolía.
Hoy estoy más cerca pero no puedo hacerme presente porque no me siento segura y los que me conocéis sabéis que necesito sentir que soy quien he sido siempre.
Pido perdón a todos a los que con mi actitud de estos últimos años os he lastimado, dañado o fallado. (seguro que son los que más cerca tenía y los que más me queréis) no quiero que suene a excusa pero, no he sido muy consciente de ello por mi falta de control emocional y os aseguro que a veces lo he pagado muy caro.
No tengo ni puta idea de porque escribo esto,  nunca me ha gustado ser vulnerable, pero a estas alturas de mi vida quiero deciros que no ha sido egoísmo, pasotismo o que me de igual todo. He perdido el control de mis emociones y tengo que recuperarla, sólo os pido un poquito de paciencia y que no me dejéis de querer.
Estoy trabajando mucho en ser mejor persona y en volver a recuperar las riendas de mis emociones y por lo tanto de mi vida y es un trabajo duro y a largo plazo.
Siento mucho si os he fallado, pero la primera a la que estoy fallando es a mí misma y hasta que no me ponga en paz conmigo no podré empezar a ser la persona que puedo llegar a ser.
Si habéis llegado hasta aquí leyéndome, gracias de corazón.

Creo que esta canción viene como anillo al dedo.







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miércoles, 17 de febrero de 2016

Insomnio



Vuelve a encontrarme la madrugada despierta, con frío pese a estar envuelta en el edredón, con la vista perdida en el blanco de la pared, el libro apartado de mis manos cada vez más heladas. Pasa la noche rápida en mi mente. Han sido muchos días así y aún me quedarán algunos. Durmiendo minutos e intentado leer sin poder pasar de página. Y cuando creo que veré amanecer, me despierto de repente, con resaca aún de nuestras últimas palabras. En estéreo se repiten una y otra vez. Tu voz... Aquellas palabras al teléfono, hablando casi en un susurro... No miro la hora y busco tu nombre y no lo pienso y te llamo y empiezo a sudar y se agotan los tonos a este lado de la línea y cuelgo dejando el teléfono boca abajo. Y al menos antes me respondías rápido y todo me vuelve a pesar mucho, el aire es denso y se me escapan lágrimas, por si no lo sabías.
Y entonces decido escribir, no como antes. Como ahora. Y a veces como hoy decido publicarlo, lo que no sabes es que otras muchas lo guardo para mi. 
Cada vez me entienden menos los que están a mi alrededor, quizás sea que cada vez me guardo más.
Estoy cansada, pero no puedo dormir. Mañana será otro día, frío según dicen. 
Me estoy convirtiendo en mi propio cajón desastre. Para ser ordenada siempre he necesitado un cajón donde guardar el desorden hasta que un día ya no cabe nada más y lo ordeno. Creo que yo soy mi propio cajón desastre, lo malo es que no se cuando estará lo suficientemente desordenado para ordenarlo de nuevo.
Enfin...lo voy a dejar por esta noche, mañana seguramente, ni yo misma me entenderé después de leer esto.
Solo espero que el sueño se de cuenta que está en otra cama y vuelva pronto a la mía.