La cara de la luna

Las cosas están cambiando, lo noto, lo notan y eso es bueno. No al cien por cien pero sí cada vez son más los días que el cambio es notable. Ahora sí que los buenos están ganando a los malos, me refiero a los días.

En estos en los que no escribo no es que no tenga nada que contar, todo lo contrario, es que estoy haciendo y me están pasando cosas y en honor a la verdad, sentir y sentirme es tan satisfactorio que el escribir ya no es una necesidad, ni una obligación, ni una disciplina autoimpuesta....es un placer.

Estos últimos días las sensaciones y los sentimientos han estado a flor de piel (en mi interior siempre han estado pero las corazas y las negaciones no les permitían salir).

Reencuentros con personas a quien quiero mucho, amigos con quien tener unas horas de charla es tan reconfortante como la mejor medicina, celebraciones a las que acudes sin ganas y se convierte en una explosión de emociones.

Ver a la gente que quiero contenta, feliz por un rato y disfrutando de todo y de todos y poderlo compartir....eso, como decía el anuncio, eso, no tiene precio.

Como decía aquel, la felicidad nunca es completa y la mía dista mucho de serlo. Sin negar esos instantes cada vez más frecuentes en los que me siento bien, hay algo que enturbia todo esos momentos.
Son las ausencias. Las que ya sufrimos y las que estamos a punto de sufrir...por eso un momento de felicidad entre tanta pelea conmigo misma me ayuda a que mire a las velas encendidas que hay delante de mí, recordando a Kavafis.
Enfin, lo importante es que el añicos cada vez son trozos más grandes y que poco a poco todo se va recomponiendo.

Sólo necesito tiempo y aunque parezca eterno, el tiempo vuela.

Y como hoy hay una lunaza alucinante de esas que hipnotizan e inspiran, de las que abstraen y te hacen soñar....la canción de hoy habla de ella, claro.