miércoles, 18 de julio de 2012

Mañana, ya veremos.




Trasnochar. Escalofríos recorriendo el cuerpo. La piel de gallina. Madrugar, no lo soporto. Una ducha y cinco minutos bajo el agua caliente. El olor del champú. La puesta a punto para causar buena impresión.
Por la calle: la gente me mira y parece que gusto, el vestido adecuado, las gafas de moda, el collar perfecto.

El espacio diáfano. El aire acondicionado demasiado alto, yo tengo calor. No sé qué hacer. Me petrifico allí mismo. No consigo moverme en la dirección exacta.
Alguien me indica y me trata de usted. En la  nº 1.
- A ver, ¿qué te pasa?
- No sé . . .
Habló de cifras. Cuentos. Gente. Ejemplos. Ciudades. De hacerse mayor, de protección. De subidas y bajadas. De dormir, de comer...

Me dice lo mismo que me digo yo, pero me lo dice con un tono alegre y eufórico. Me lo contagia y me dura unas horas.

LLego a casa.

Me vengo abajo. Allí dónde no hay luz. Se fue la euforia y me quedo sola: llorando.
Veinticuatro horas después no había dejado de llorar.

Mañana, ya veremos.




No hay comentarios:

Publicar un comentario