miércoles, 28 de diciembre de 2011

Con la brújula en las manos



¿Que ya ha pasado la Navidad? Que bien, ¿no? Pues no, ahora viene lo peor, fin de año y año nuevo. Otra vez de escapatoria, toca huir y durante los minutos previos y posteriores a las campanadas, otra vez toca paripé porque los niños se merecen una nochevieja como dios manda.
¿Pero y durante todo el día 31? ¿y durante todo el día 1?. Recordar, añorar y no tener a quien llamar después de las uvas, con todas las línea saturadas para felicitar a nadie.
Y mientras llega el momento de la huida, limpieza. Pa fuera telarañas, que diría BeBe. Hay que ordenar el armario sentimental, emocional y sacar lo que se te ha quedado pequeño, o se te ha quedado grande. Porque ahora hay que hacer sitio para los regalos nuevos. Ilusiones nuevas, esperanzas nuevas, cariños nuevos, compañía nueva, proyectos nuevos y amores nuevos....
Ahora quiero sentirme ligera, suave, etérea...como si caminase a un palmo del suelo. Un ratito, un tiempito sólo, lo suficiente para disfrutar de este momento sin perder el norte. Porque ahora tengo brújula y tengo que buscar el camino de baldosas amarillas (lástima de mi cojín de zapatos rojos de Dorothy), que me lleve a donde quiero ir en este momento, siempre con la certeza de que si el punto a donde me lleva no es el que tiene que ser, cambio de rumbo y listo.
Sé que acabaré en el Sur, aunque me gustaría pasar por el Norte y el Este y porque no, el Oeste....pero el final será el Sur, mi Sur....allí donde está el amor verdadero, la ilusión y la pasión por el día a día, allí donde está el arcoiris...


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