viernes, 30 de noviembre de 2012

Leven anclas.






Hoy, mientras andaba mis kms diarios (sí, lo estoy haciendo todos los días) caía esa fina lluvia que dicen típica de aquí, se mezclaba con el viento y la música en mis auriculares. Olía a mar y a tierra mojada, una mezcla que no se puede describir, hubiese dado lo que fuera por poder caminar a paso de marcha con los ojos cerrados, sólo sintiendo el viento en la cara, la fina lluvia y oliendo a mar y a lluvia.
He descubierto que no solo es genial ver llover a través de la ventana, oír llover mientras escribo placidamente desde el sofá y con una copa de vino de ese que calienta el alma. Me ha enganchado sentir la lluvia mientras veo la playa y las olas llegando unas tras otra sin que nunca acaben. Sentir el frío del mar. 


No me gustan las anclas, nunca me han gustado porque te dejan parada en un lugar y te impide moverte. Prefiero soñar que soy espuma que viene de lejos y después de muchas tierras avistadas, muchas corrientes y muchos kilómetros, por fin llegar a tierra, a esta tierra gallega que tanto me gusta y antes de chocar con las rocas convertirme en una gran ola de espuma que atreviesa las piedras y por fin llegue a fundirme con la arena con la llevo soñando todo el viaje. Sin que nadie, ni nada lo impida porque la fuerza del mar es imparable.

Pero luego necesito quitarme ese frío con con algo cálido y acogedor que caliente mi corazón y el alma con canciones como estas.


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